jueves, 9 de noviembre de 2006

EL CRISTIANO ES DESCONCERTANTE (2)


4. Para el cristiano perder es ganar

Pero cuantas cosas eran para mí ganancia, las he estimado como pérdida por amor de Cristo. Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo, y ser hallado en él, no teniendo mi propia justicia, que es por la ley, sino la que es por la fe de Cristo, la justicia que es de Dios por la fe; a fin de conocerle, y el poder de su resurrección, y la participación de sus padecimientos, llegando a ser semejante a él en su muerte. Fil. 3:7-10

Los términos que emplea Pablo el este texto, pérdida y ganancia, son unos términos de mercado de aquella época, unos términos de contabilidad, digamos. Parece ser que Pablo cuando hacía la cuenta de pérdidas y ganancias en el balance, incluía el dinero, la gloria de los hombres en pérdidas y los padecimientos, las prisiones, la gloria de Dios en ganancias. Cualquier persona alucinaría ante esto, y no sólo no lo aplaudirían sino que lo considerarían una insensatez. Esto es la obra de Dios en el corazón del hombre igualmente, haciéndole amar lo que merece la pena, y la obra de Dios en su mente, haciéndole ver las cosas de otra manera.

5. El cristiano prefiere dar que recibir

La codicia es una avidez violenta y casi frenética, contraria al amor al prójimo, y que sobre todo, va dirigida a los bienes materiales, la riqueza y el dinero. Además de hacer daño al prójimo, ofende a Dios, porque constituye una verdadera idolatría.

Dad, y se os dará; medida buena, apretada, remecida y rebosando darán en vuestro regazo; porque con la misma medida con que medís, os volverán a medir. Luc. 6:38

Más bienaventurado es dar que recibir. Hch 20:35

El hombre no es generoso por naturaleza, es egoísta. La generosidad es también una virtud que Dios pone en el corazón del hombre, una vez que los ídolos han sido desterrados, Dios viene a morar en el corazón y viene a ser nuestro bien más preciado. El sentimiento de amor viene a superponerse al deseo de tener.

6. El cristiano puede parecer como que no tiene nada, cuando en realidad lo posee todo.

…Como no teniendo nada, mas poseyéndolo todo… 2 Cor. 6:8-10

Parece que Moisés ha venido a menos, ha dejado de ser hijo de la hija de faraón, ha sido desposeído de todas sus riquezas, y ya no es nadie. Pero sin embargo ha preferido las riquezas de Cristo. Parece que ya no tiene nada y sin embargo lo tiene todo, porque tiene al Señor, ha encontrado la perla de gran precio.

7. El cristiano puede bendecir a los que le maldicen

Bendecid a los que os persiguen; bendecid, y no maldigáis. Gozaos con los que se gozan; llorad con los que lloran. Mateo 5:38-45
Esto es considerado en algunas mentalidades, más un síntoma de debilidad de carácter que una virtud. Nosotros lo consideramos una virtud que da el Señor: la benignidad, fruto del Espíritu.

8. Para el cristiano morir es ganancia

El bien más preciado del hombre es su propia vida, sin la vida nada tiene sentido. Nos aferramos a ella con desesperación; la muerte es una pérdida. Aunque hay situaciones en las que las personas prefieren morir cuando pasan alguna prueba insoportable, como Job que llamaba amiga a la muerte. Pero la muerte es por regla general, inoportuna.

A fin de conocerle, y el poder de su resurrección, y la participación de sus padecimientos, llegando a ser semejante a él en su muerte, si en alguna manera llegase a la resurrección de entre los muertos. Fil. 3:10-11

Porque para mí el vivir es Cristo, y el morir es ganancia. Fil. 1:21-24

La muerte ya no tiene un aguijón para nosotros y el morir es ganancia porque es estar con Cristo. Este sentimiento se llama confianza, fe en la obra del Señor, esa fe que es certeza de lo que se espera, convicción de lo que no se ve, nos hace considerar que la muerte es ganancia.

9. El cristiano puede ser fuerte en debilidad

Porque la fortaleza genera autosuficiencia, orgullo. Mientras que la debilidad nos obliga a confiar en Dios, a buscarle. De nuevo esto forma parte de la obra del Espíritu Santo en nuestra mente. Nos vemos tal y como somos, débiles, y buscamos la ayuda de Dios. Con Dios a nuestro lado ¿Quién contra nosotros?

Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo. Por lo cual, por amor a Cristo me gozo en las debilidades, en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte. Me he hecho un necio al gloriarme; vosotros me obligasteis a ello, pues yo debía ser alabado por vosotros; porque en nada he sido menos que aquellos grandes apóstoles, aunque nada soy. 2 Cor. 12:9-11

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